miércoles, 8 de diciembre de 2010

LA VIDA ES UNA PARADOJA

    Un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; 
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reír, 
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar; 
un tiempo para buscar y un tiempo para perder, 
un tiempo de guerra y un tiempo de paz. 

   Pensamientos que subrayan muy bien la lucha de fuerzas opuestas 
que generalmente ocurren dentro de cada persona. El hombre esta 
consciente de su capacidad para el bien y el mal, y con esta consciencia 
nace la ambivalencia. La coexistencia de fuerzas que se oponen dentro 
de nosotros mismos, tienden a confundirnos y a amenazarnos. Y sólo 
disponemos de la alternativa de la de decisión, la cual si es retardada, 
causa un estado de tensión permanentemente negativo. 

   Estos pensamientos que subrayan muy bien la lucha de fuerzas opuestas que
 generalmente ocurren dentro de cada persona. El hombre esta consciente
 de su capacidad para el bien y el mal, y con esta consciencia nace la 
ambivalencia. La coexistencia de fuerzas que se oponen dentro de nosotros 
 mismos, tienden a confundirnos y a amenazarnos. Y sólo disponemos de la 
alternativa de la de decisión, la cual si es retardada, causa un estado de 
tensión permanentemente negativo. 

 Cuando tenemos satisfechas nuestras necesidades básicas , el elemento
 más importante a buscar es la seguridad emocional, la cual nos puede liberar 
hacia la libertad genuina . El bienestar del hombre debe de surgir de una 
interacción efectiva que suministre el equilibrio entre la mente y el cuerpo. Esta 
dualidad es bien conocida por todos. La mente puede afectar el cuerpo,  por 
ejemplo creando ciertas enfermedades, y a la inversa, cualquier enfermedad 
orgánica puede  tener efectos  profundos sobre la mente.

 Esta dualidad es una de las realidades de nuestra vida emocional. Podemos
 amar y odiar al mismo tiempo. La ambigüedad de sentimientos casi nunca es
 aceptada por la gente que asegura amar, pero es una realidad. Por supuesto,
 cuando se ama profundamente a una persona, no es fácil encontrar el equilibrio
 a las fuerzas que se le oponen a esta emoción. Pero es posible encontrar o 
llegar a un estado de tensión saludable. Nunca una emoción profunda como el
amor existe libre de fuerzas antagonistas. 

    La vida en sí es una paradoja. Desde que nacemos se nos condena a 
morir. Apreciamos el gozo pero sólo cuando hemos sufrido. De la privación 
aprendemos lo que es abundancia. Nunca hay risas sin que antes haya habido 
lágrimas. No podemos sentir que estamos conquistando el mundo, cuando no 
nos hemos sentido oprimido por él. Y son las actitudes contradictorias  las que 
precisamente nos ayudan a sostener un estado de tensión creativa. La vida
implica una tensión permanente, lo que hagamos con sus fuerzas ambivalentes 
depende de la naturaleza de la tensión.